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No se acostumbran, los necesitan

{ Necesidad: carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida.}

Es decir, sin ello no podríamos sobrevivir.

Y una de las cosas que necesitamos los seres humanos para vivir es el contacto y el afecto.

A mediados del siglo XIX, en los orfanatos, fallecían más de la mitad de los lactantes menores de un año. Por entonces se creía que era debido a una enfermedad, “Marasmo” (algo así como que las criaturas entraban en debilidad).

En los años 20 (ya en el siglo XX), la tasa de mortalidad en los orfanatos de Estados Unidos era casi del 100%, y esto empezó a llamar la atención de algunos pediatras que empezaron a preguntarse qué era lo que pasaba y así a investigar en los hospicios de diferentes países. Se dieron cuenta de que la mortalidad era parecida en casi todos excepto en uno de Alemania (en Dusseldorf) donde una señora cuidadora cargaba a la cadera a los bebés cuando ya no sabían que más hacer médicamente, y era de este modo cómo mejoraban.

En 1938 el Hospital Bellevue de Nueva York consiguió disminuir la tasa de mortalidad en lactantes menores de un año del 35% a menos del 10% al incluir “cuidados maternales” diarios: debía cogerse a los bebés en brazos y pasear con ellos varias veces al día.

Por lo tanto, quedó demostrado que los bebés que recibían abrazos, caricias, gestos de cariño, eran cogidos en brazos y acunados, aunque no les amamantasen, conseguían sobrevivir y mejorar sus condiciones físicas.

A mediados del siglo XX, varios autores como John Bowlby, Harry Harlow o Marie Ainsworth, comienzan sus investigaciones en torno a la importancia del contacto y el afecto y cómo la falta de vínculo podía afectar a bebé y futuro adulto de manera determinante con consecuencias físicas y psicológicas.

Todo este conocimiento lo tenemos desde hace un siglo. A mí me hace reflexionar sobre el por qué se sigue imperando con tanta fuerza la famosa frase “no le cojas que se acostumbra” y sigue haciendo tanto daño, porque va en contra de nuestro instinto y de nuestro sentir que es calmar a nuestro bebé y acunarlo.

No se acostumbran, los necesitan para vivir. Para estar tranquilos sabiendo que son queridos, respetados, cuidados. Y esto no sólo actúa a nivel físico (bajando las hormonas del estrés, entre otros), también a nivel psicológico y emocional estamos mejorando su autoestima y seguridad.

Sigue tu instinto, cógele en brazos todas las veces que te apetezca. Sólo tú, que pasas 24 horas del día al lado de tu bebé, sabes lo que necesita.

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